🌿 Despertar espiritual: la historia que nadie te cuenta (y que tal vez tú estés viviendo)

Imagina por un momento que eres una taza de barro recién moldeada. Todavía húmeda, todavía frágil. El mundo quiere llenarte de agua caliente, café hirviendo, promesas urgentes, tareas y más tareas…
Pero aún no te has cocido en el horno.
Aún necesitas reposar. Respirar. Estar.
Así vivimos muchos hoy en día: queriendo hacer más, dar más,
ser más… sin darnos tiempo para sostenernos a nosotros mismos. Sin dejar que el
alma repose lo suficiente como para estar realmente presente.
Vivimos apurados. Comemos apurados. Pensamos en lo que sigue
mientras hacemos lo de ahora. Dormimos con la cabeza llena y despertamos con
los pendientes pisándonos los talones.
Y así nos perdemos lo más sagrado: el instante que está ocurriendo ahora.
Es tomarte tu té sin mirar el reloj.
Es tender la cama sintiendo cada pliegue como si fuera un acto de gratitud.
Es caminar sin destino, solo para ver cómo la luz de la tarde pinta las hojas.
El zen no se trata de abandonar tus responsabilidades, sino
de convertirlas en pequeños rituales de conciencia.
Haz menos, sí. Pero hazlo con alma, con sentido, con presencia.
Estos gestos, simples pero cargados de alma, cambian la
energía con la que vivimos.
Hay días en que no hace falta tachar toda la lista de
pendientes.
Hay días en que basta con hacer una sola cosa, pero hacerla con amor.
Porque lo que haces con presencia… se queda en ti. Y lo que haces en
automático… se borra en cuanto pasa.
Tal vez lo que necesitas no es más productividad, sino más
conexión.
Tal vez no se trata de llenar tus días, sino de habitarlos.
De hacer menos.
De ir más lento.
De escuchar la música de fondo de tu vida… esa que suena cuando bajas el
volumen del ruido externo.
Solo cuando vives lento… empiezas a vivir de verdad.
© 2025 By Elemont
Comentarios
Publicar un comentario