🌿 Despertar espiritual: la historia que nadie te cuenta (y que tal vez tú estés viviendo)

Hubo un día, no tan lejano, en el que me senté en el borde de la cama y me dije en voz baja: “Ya no puedo más.”
No lo dije desde el drama, lo dije desde el agotamiento.
Desde ese cansancio que no se cura con dormir. Desde esa tristeza que se
disfraza de ansiedad, de rutina, de productividad.
Había hecho todo lo que se supone que debía hacer:
cumplir, rendir, intentar, forzar, mantener todo bajo control…
Pero dentro de mí, algo se rompía en silencio. Como si mi alma estuviera
pidiendo auxilio, pero en un idioma que no entendía.
Ese fue el día en que empecé a dejar de luchar.
Durante mucho tiempo confundí soltar con perder.
Pensaba que si no me esforzaba el triple, nada saldría bien. Que si no lo
controlaba todo, todo se vendría abajo.
Pero no era verdad.
Fluir no es quedarte de brazos cruzados esperando que todo
se resuelva solo.
Es confiar. Es alinear.
Es elegir desde el alma, no desde el miedo.
Ese día entendí que vivir luchando es como nadar contra
corriente: te agotas, te desesperas y avanzas apenas un poco.
En cambio, fluir es como dejarte llevar por el río… pero con consciencia, con
dirección.
No se trata de renunciar, sino de soltar el control que nunca fue tuyo para
empezar.
Una de las cosas que más me costó aprender fue que el dolor
no viene del cambio… sino de la resistencia al cambio.
Intentaba sostener relaciones que ya no nutrían.
Cargaba responsabilidades que ya no me correspondían.
Y me exigía ser alguien que ya no era.
Hasta que solté.
Solté la necesidad de que todo saliera “como debía”.
Solté los “debería” que me pesaban.
Solté el personaje que me alejaba de mi verdad.
Y no, no fue mágico ni inmediato.
Pero fue real. Fue profundo. Fue liberador.
Sé que no hay fórmulas mágicas, pero sí puedo compartirte lo
que a mí me ayudó:
1. Escucha lo que estás evitando
Si hay una parte de tu vida que duele cada vez que piensas
en ella… ahí hay un mensaje. No huyas. Escucha.
2. Cuestiona tus “deberías”
¿Estás haciendo lo que haces por amor o por miedo? ¿Por
expansión o por obligación?
3. Crea espacios de silencio
El alma no grita. Susurra. Y para escucharla, necesitas
bajar el volumen del mundo.
4. Cambia la pregunta
En vez de “¿qué debo hacer?”, pregúntate: ¿qué me haría
sentir en paz ahora?
No te escribo desde un pedestal.
Te escribo desde el camino.
Desde la imperfección. Desde el intento diario de estar más cerca de mí.
Fluir no es un destino al que llegas, es una práctica.
Una forma de vivir más suave, más liviana, más consciente.
Y si algo te queda de este texto, ojalá sea esto:
Dejar de luchar no es fracasar. Es empezar a confiar.
Quizás es el momento de bajar la guardia.
De darte permiso para soltar.
De respirar profundo y preguntarte: ¿y si dejo que la vida me sorprenda?
© 2025 By Elemont
Comentarios
Publicar un comentario